La vida no es hoy... ni mañana... ni ayer... Es todo eso, unido en un continuo presente. La vida ES. ¿Todo? ¿Nada? Una forma de saberlo es abrir el corazón para aprender a vivirla.

Mis poemas


Fuego




Incendio de Los Guajares


Danza de lenguas rojas

En la noche oscura

Que lo arrasan todo.

Humaredas intensas

En el claro día

Que lo vuelven gris rojizo,

Y hasta el sol

Se vuelve sangre

En horas eternas.

El aire se vuelve denso,

Ardiente,

Como rocas encendidas

Que salen de la tierra.

El silencio se hace profundo

Después de los gritos

De la savia que se ha apagado.

¿A quién hicimos daño?

Solo hemos dado

 Aire, cobijo y alimento.

¿Por qué? Preguntan

Y solo responden

Sus hojas calcinadas

Caídas sobre brasas

Con la canción de la inocencia.

Llora el cielo

Y calma a la tierra dolorida.

Le han quemado a sus hijos,

A los que tanto tardó

En ver crecer.

Y el dolor duele

Y se ve, y se escucha,

Y se siente

En ese profundo silencio

Donde por unos breves instantes

Queda sumido el mundo.





La niña



Hay un hilo de sangre,

Tenue, casi invisible,

Pero que quema

Por donde pasa.

Hay una herida abierta

Tras una cortina de humo

Fina y transparente.

La herida de esa niña,

Abandonada,

Vestida con papel de viejo periódico

Que mira fuera, dentro,

Sin entender nada.

Y la historia se repite

Una y otra vez,

El abandono,

La soledad del alma,

La tristeza enquistada

En cada esquina…

¿Cómo decirle que tiene mi mano

Para andar el camino?

Que tiene mis brazos

Para abrazarla,

Y mi hombro

Para que descanse

Del largo recorrido.

Cómo decirle

Que no está perdida en el sendero

Que el lugar que pisa

Es el correcto,

Y que en ella está el mapa

Del trayecto secreto.

Y la veo,

Está allí, junto al mar,

Y las olas mojan sus pies pequeños

Sus ojos son dos soles

Entre sus párpados abiertos.

Y el sol va tornándose rojizo,

En  un atardecer bello y perfecto.

Abrazando al abrazo

La palabra enmudece.

Solo se escucha

El latir del corazón

Y el agua que va y viene.

 


Es en mi silencio


                                                                Es en mi silencio

Donde encuentro la llave

Que abre la puerta

De mi yo más profundo.

Abro sigilosa

Para no hacer ruido,

Aunque, a decir verdad,

Me apetecen

Unos zapatos de tacón alto,

 Bailar sobre tablas de madera

Que crujan a cada pisada.

Y así, a ver si despierto

Esa parte adormecida,

Aletargada,

De siglos de inconsciencia dolorida,

Y hago consciente

Cada parte de mí…

La que bucea en la sombra

Y la que observa la vida.

Me llama el agua de la acequia

En esta luna negra,

En este cielo repleto de estrellas,

En esta oscuridad

Donde todo es,

Aunque no lo vea.

El día llena los contornos

Con los colores vivos de la Vida

Pero deja a un lado lo sutil,

Aquello que solo puedes ver,

Sentir, palpar

En la oscura y negra noche.

Es ahí donde la luz del alma

Se enciende,

Y el espíritu se regocija.

 

 
 
 
¿Quién soy yo?


Y me pregunto:

¿Quién soy yo?

A veces me quedo en silencio

en ese silencio que habla 

y que a la vez escucha.

En ese silencio que todo lo guarda, 

lo acoge,

y no dice nada 

o lo dice todo en silencio. 

¿Soy silencio? Pregunté

Yo soy silencio  absoluto 

y la voz que lo rompe, 

la tempestad y la calma, 

la brisa que me acaricia 

y el vendaval que me bambolea.

Yo soy el mar y el río

y la acequia, el lago, el océano, 

el manantial vivo

y las lágrimas que nacen y salen

y aquellas que se secan

y quedan dentro. 

Yo soy el árbol que me da sombra

y aquél al que sus hojas le abandonaron,

el bosque que distingo en la lejanía 

y se me desdibuja en la mirada.

Yo soy la flor que se abre

y la que, ya deshojada, da su semilla.

Yo soy la abeja, la hormiga, 

el león, el águila, el ratón, la ardilla...

Yo soy el niño que juega en la playa

y aquél que, aburrido, no sabe jugar. 

El hombre que extiende su mano

y la mujer que extiende la suya.

Yo soy la niña guerrera 

y también la sumisa,

la santa, la monja, la puta, 

la rebelde, la maga, 

la que pide pan en una puerta

y la que comparte lo que tiene

sin que siquiera lo pidan.

Yo soy el cielo y la tierra,

la montaña que se eleva 

y el valle que la sustenta.

La tristeza que me encierra

y la alegría que me expande,

el dolor que cierra puertas 

y el gozo que las abre.

Yo soy el amor que da vida

y la ira que destruye,

la luz que todo lo ilumina 

y la sombra donde lo sutil me llama.

Yo soy la piedra y soy la pluma 

...

Yo soy para ti lo que quieras que yo sea

Yo soy para mi la que Yo soy

El Dios, la Diosa que me habitan

y que solo veré dentro

cuando ame profundamente 

cada parte que Yo Soy.

Yo Soy Una con el Universo.

Yo Soy Quién Yo Soy. 









La mañana se despierta


La mañana se despierta

somnolienta,

buscando el sol del amanecer

tapado entre las brumas

de la ignorancia. 

El silencio grita, 

porque le duele

ese vacío de dolor,

de miedo,

donde lo esconden.

El corazón galopa,

como si el cuerpo

fuera una llanura

por recorrer,

y le faltara tiempo 

para verla entera.

No hay tiempo. 

No hay espacio.

Solo un vacío infinito

donde todo se mueve

y se genera

y se transforma

en ésto que llamamos 

Realidad








Canta la mañana
                                   

Canta la mañana
al silencio de la noche. 
Y el viento racheado 
a la brisa que el mar mueve. 
Canta el pájaro despierto 
al que en su nido duerme
y el leño apagado
al crepitar de la llama
que anida dentro.
Cantan las hojas que caen
a aquellas que aún están 
agarradas a la rama,
y el agua de la cascada
al cauce que la contiene.
Canta el mar al río 
y el río a la montaña
y escucho el canto de la tierra
que es Uno conmigo,
aún sin entender nada.
Solo escucho, siento y Soy. 







Quiero volar



Quiero volar contigo
por mundos de mil colores,
sentir el viento en nuestra alma
y el fuego en el corazón.
Vivir la ilusión de este momento
en tierra de nadie
montando en caballos dorados
que van hacia el sol.
Escuchar la música
de tus manos en una guitarra
y cantar contigo
en clave de Amor.
Sentir tus caricias
trenzando mi pelo,
olvidando el olvido,
perdonando el dolor.
Entrar en el agua
que limpia caminos
de piedra y asfalto,
andar de tu mano
por todas las vidas
sin que importe
el credo,la raza, el color.
Cambiar la mirada
que observa lo visto
por unos ojos
en cualquier rincón.
Sentir que mi ensueño
es mi sueño
que canta en lo profundo
nuestra propia canción.
Que el río de la Vida
me trae el poema
que abre los pétalos
de nuestra propia flor.
Si todos somos Uno
en este Universo
y cada quién forma
su propio eslabón
y sin él no hay cadena
que forme los mundos...
Dos eslabones que son Uno
somos tú y yo.






El viento...

El viento lleva hojas
encharcadas
sobre las aceras de mi corazón.
Cambia el rumbo
y trae lluvia menuda, alegre,
que limpia los ropajes gastados
de cada estación.
El sol asoma
trás las nubes del pasado
y toda mi vida se hace presente
en este instante,
efímero,
de un tiempo que no existe
y al que le doy forma
y presencia,
como si fuera real.
Nada es lo que parece
y nada existe,
aunque todo es.
Vaivenes en las orillas
de un largo rio
llamado Vida
que nace y desemboca,
para volver a nacer
en algún lugar.
Todo se hace espacio sagrado
donde habito.
Ayer, hoy y mañana
me regalan
la magia del olvido
y del recuerdo,
del momento vivido
en cualquier tiempo,
en cualquier espacio.
Toda mi casa va abriendo
sus resquebrajadas puertas
y ventanas casi oxidadas,
antes cerradas
por temor a vendavales.
Y la luz, sinuosa,
clara y cálida,
va rellenando los huecos
de las sombras,
de los vacíos,
de las aristas pulidas
del desengaño.
Entra el canto vibrando bajito,
moviéndolo todo de sitio,
y amanece una sonrisa
con la primavera.
Mi mano se extiende
y toma la tuya...
El sendero se abre
para andar por él.



La Vida siempre sorprende



La Vida siempre sorprende.
A veces te levanta
y te deja tocar el cielo,
a veces te deja caer en su abismo
y sientes que no existes.
Es en esos momentos
cuando te sientes una con ella.
Percibes como te acuna,
te abraza, te mima, te cura
para volver a andar
con la cabeza alta,
el corazón abierto
y la mirada limpia.
Es en esos momentos
cuando te liberas del juicio,
cuando las máscaras se rompen
y solo te encuentras contigo,
con lo que de verdad eres.
Deja de importarte
el juicio de los demás
porque comprendes.
Deja de ser relevante
las máscaras que ves fuera
porque ahora ves a través de ellas:
la verdad en la mentira,
el amor en el odio o la indiferencia,
la ignorancia en la hipocresía...
Ahora no importa
el silencio o la palabra
porque la muerte
se ha llevado tus ropajes
y te ha dejado desnuda.La semilla del Amor fue plantada,
Ya germina y da su fruto.
La llama ha prendido
y soy una en mi interior.
Ahora solo hay presente, presencia y tu Yo Soy
que te hace sentir digna.
Yo Soy digna de Amor.
Yo Soy digna de Respeto.
Yo Soy diga de Confianza...
Porque donde Yo Soy, todo Es



Para Marco



Abre la mañana sus ojos
Y caen pétalos de luz
Que acarician tu piel, suave,
De recién nacido.

Sopla el viento
Con ráfagas de alondras
Y cantos de ruiseñor
Anunciando tu llegada.

El agua, clara y plácida
Te lleva a mundos invisibles
De amor y calma.

Presencia de Ser
Que confía en el Universo.
Dignidad asumida
En un acto de Amor eterno.

Centellean Mariposas
En el aire que respiras
Y galopan Arcoiris
En tus mágicos sueños.

Rápidos y libres, hay
Caballos que corren
Bajo las riendas de tus pensamientos
Oropeles de alforjas,
Caminante de fuego,
Llenas de abundancia
Como regalo del cielo.

Y entre las nanas que escuchas
Llevas ahí mi "te quiero"




Luna




Guardiana de secretos

escondidos en la mirada

que guarda el corazón.

Aquellos que nadie sabe 

y que los labios jamás pronunciarán.

Ella, abuela, te mira y calla,

acoge tu dolor como si fuese suyo
 
y solo te devuelve su luz.






                            Los Zumaques
                                                                                        Foto: Rosi Viboras


Tajos  majestuosos,
Cuevas escondidas,
Piedras milenarias
Guardianas de secretos,
Donde a veces tintinea
Una perla de agua
Que se adentra en la tierra.
Un matutino cielo, azul y limpio,
Trae la caricia de un sol de otoño.
Las hojas caídas,
Como un mosaico de luz,
Muestran el camino
De un paraíso semioculto.
Los Zumaques van abriéndose,
Entre quejigos y olivos,
Entre el musgo que cubre
Las paredes que la yedra oculta.
Las zarzas y espinos se cruzan
En difíciles abrazos protegiendo
Al vigilante pino
Que, cada día, desnuda su mirada
Ante la gran obra plena de color
Pinceladas de rojo,
Amarillo, naranja, marrón
Ocre, verde…
Canto efímero a la vida
Aún repleta de rocío y escarcha
Canto último a la muerte
Como una explosión de luz

Ante la que se rinde


Foto: Mamatere







Elevo a Ti mi plegaria

Hoy elevo a ti mi plegaria,
Dios que me habitas y en el que habito.

Ayúdame a vivir, a pensar, a sentir desde el corazón,
A encontrarme, a ser quien Yo Soy.
Y a ser el Amor desde el que Tú amas,
Porque si soy Amor soy Alegría que alivia las tristezas
Perdón que calma el dolor,
Quietud que pone silencio en el alboroto
Y Paz donde la lucha acampa.
Si soy Amor soy canto que alivia las penas del alma
Y flor que ilumina la mirada,
Agua que calma la sed y fuego donde la Vida prende su llama.
Danza donde el espíritu se regocija
Y respeto para quienes me acompañan.

Elevo a Ti mi plegaria, Dios

Ayúdame a ser la Luz que un día me diste
Para que pueda iluminar las tinieblas del alma
La mano que acompaña al que camina,
La suave lluvia que la tierra empapa
La brisa que aleja a la tormenta,
La mariposa que tenuemente bate sus alas
El águila blanca que vuela sobre las más altas montañas
Y la fragancia de una humilde flor recién abierta a la mañana.

Dios, elevo a Ti mi plegaria

Ya soy y fui hija, madre, abuela, mujer, amiga,
Amante, compañera, hermana…
Ayúdame, ahora, a ser quien Yo Soy…
Que tu Luz sea mi Luz
Y que Tu Amor sea mi Amor
En esta noche oscura y cerrada.


Gracias, gracias, gracias






En silencio


En silencio,
para que nada se pierda.
En silencio,
para que nada se olvide.
En silencio,
para que el recuerdo vuelva.
En silencio…
Solo el silencio

me dice quién soy



Para Tiago



El agua, gota a gota
Danza con la Vida,
Empapa la tierra
Y abraza al viento
Con una sonrisa.
Se mezcla en el mar,
En la fuente,
Se vuelve elixir, perfume,
Piedra, burbuja o remanso,
Se hace hoja, se hace tronco,
Sangre, savia,
Lágrima y suspiro,
Caricia suspendida
En las manos de la madre,
Nana que arrulla
El parto venidero
¡Tan cercano!
Y cual fruto maduro
De la rama se desprende
Llenando con su llanto
El silencio alunado

Que sale de tu vientre



La débil luz de una vela

A veces, 
la débil luz de una vela, 
ilumina una oscura habitación.
A veces,
su cálida luz, 
no necesita palabras para poder expresarse.
A veces,
su suave resplandor 
transmuta la conciencia.
A veces, solo a veces, 
ocurre el milagro. 
Cuando su mirada y la mía se hacen Una.



Amor

  ¿Qué me has hecho Amor?
En qué horizonte me perdí,
Dime, en qué fuente puse mis ojos
Y sus aguas me atraparon.
En que río quise nadar
Y su corriente me arrastró
Hasta la inmensidad del océano.
¿Qué me has hecho, Amor?
Qué puerta se abrió en mi corazón
Que tapé con mil velos,
Que flor se deshojó
Inundándome con su perfume,
Que puente levanté
Entre el ayer y el mañana
Por donde hoy transito,
Qué dudas como pétalos de rosa
Tiraste al viento,
Qué promesas engarzadas
En el rosario de mis días
Quebraste con tus dedos
¿Qué has hecho de mí, Amor?
Dime Amor, ¿Qué me has hecho?
Cuando nadé en tus flores desnuda
Cuando mi alma se abrió a tu mañana,
Cuando, adormecida,
Me despertó tu mirada
Y tu sed se abrió en mi pecho.
Dime, Amor, dime,
¿Qué me has hecho?
Como el gris ocaso de mi tarde
Se volvió en madrugada,
Y el arcoíris del cielo
Lo encontré desnudo en mi morada
Cuando hice a la ilusión
Una parte de mi sombra,
Y a cada sombra le di color,
Y cada color te nombra,
Dime, Amor ¿qué me has hecho?
Como entraste, Amor,
Como te di aposento
Amor, ¡Ay Amor!
¿Qué me has hecho?

                                                                                    




 CECILIA
 La noche apenas ha abierto sus ojos,
Y ya te esperaba.
Un búho, con sus alas plegadas,
Hacía guardia sobre el travesaño
De un semáforo en rojo,
Haciéndonos un guiño
Para que advirtiéramos
Su presencia y tu llegada.
Todo estaba preparado.
El camino encendía sus luces verdes y doradas
Y nuestros brazos abiertos, te llamaban.
Aceptaste hace tiempo el viaje
Y desde aquí aceptamos tu llegada.
Bienvenida, Cecilia, dijimos.
El mundo abrió sus puertas
Y burbujeante, lleno de risas,
De agua limpia y clara,
El río de la vida… sangraba.
Los rosales florecieron esa noche
Y el aroma de las rosas bañó tu piel
Suave, blanca,
De algodón aterciopelado
Recién cogido.
Tus ojos se abrieron
A este mundo,
En esas horas calmas
Donde la luna sonríe
Redonda, grande, amplia.
A esas horas en que los elfos
Salen a jugar con las hadas
Y a la luz de las estrellas
Tienden su blanco manto
Cuajado de magia.
A esas horas, Cecilia,
Tus ojos se abrieron,
Tu voz de llanto asustado
Se escuchó con fuerza
En las cimas de las altas montañas.
Tus dedos largos,
Se doblaban, pensativos,
Sobre tu cara
Recién encontrada.
Mientras, a tu alrededor,
Las sonrisas iluminaban distancias,
Los corazones reían al cielo
Y las almas se agrandaban.
Un ángel más vino a la Tierra
¿Quién es?
¿Cómo se llama?
                                       Corazón,
                                       Estrella,
                                      Calma,
                                      Inocencia,
                                      Libertad,
                                      Ilusión,
                                      Amor…








Y me siento Yo, única, maravillosa criatura


Erase una vez, un país situado en el reino del corazón de una madre, donde moraban tres reyes y una reina que se decía ser , desde pequeñita, la criatura más maravillosa  del mundo... En realidad eran cuatro luces llenas de amor, preciosas, únicas y maravillosas y lo siguen siendo.
Un día, esta joven reina, se hizo unas fotos dónde su alma se veía reflejada en su mirada y de ahí surgió este poema.
Hoy, ella, semilla de luz y luz esplendorosa, lleva otra semilla en su vientre redondo como el mundo. Y aunque ahora dé un trocito de su luz a este nuevo ser que está ya tan cerquita, quiero y deseo que tenga en su corazón cada día a esa MUJER que es su esencia, que la hace ser quién es en cada momento, ÚNICA  Y MARAVILLOSA.

Os quiero inmensamente.


Como una semilla surjo de la nada,
de la nada que me cobija,
que me da forma,
y me crezco dentro y fuera de ella,
y me doy libre, tierna, sencilla,
y soy la efigie de los días
entre la luz que me posee
y la sombra de la luna
cuarteada en mis pupilas,
y soy la tierra de verdes praderas
brotando desde mi corazón
y sus largos ríos que en mí desembocan
y en mí nacen
con el perfil de la aurora
en mis manos extendidas.
A través de velos
vienen a mí los recuerdos...
¿Dónde estás?...
Busco mi alma
en esos ojos que te miran,
en la sonrisa
que se pierde con el viento
y me trae la nostalgia
de esa alegría apacible
de los días,
en la dulce semblanza de las sombras
que tiernamente me abrazan,
en el brillo cálido de las estrellas
que en mí se funde
y me acercan a ese universo
que apenas alcanzo
y sé que también es mío...
A la luz de las velas,
mi cuerpo se baña
de tenues miradas,
de dulces caricias,
de profundos sueños...
y me abrazo al vacío
que todo lo llena,
y me siento Yo,,
ÚNICA,
MARAVILLOSA CRIATURA.



Nueva vida
Foto: José Miguel Cano
Vientre redondo.
Luna llena sobre un mar
donde navegan las olas
y un barquito como cáscara de nuez,
odre de deseos dorados
llenos de luz,
viaje inconsciente de retorno
al útero de donde procedemos,
fuente de vida preñada de vida
que expresa su canto sagrado
en los círculos completos
que grita el universo
creado y creador,
templo sublime que ora
en el reflejo de los espejos,
fuego que pide agua, 
agua que pide tierra, 
tierra que llama al viento
viento que sube a la luz 
y vuelve a traer como flores
del ramo de la vida
al fuego, la tierra, al agua y al viento,
para dar forma,
en el redondo vientre,
a la luz que de nuevo crece
y se hace vida
en un nuevo vientre redondo y lleno de luz.





Una lágrima de cristal
 
Sobre la mesa cuarteada
que el tiempo puso en algún lugar
un vaso de agua derrama su liquido transparente
que se hace espejo en la sombra de luna.
Una frágil mariposa 
deja caer una lágrima de cristal
y el mundo incoloro estalla en mil pedazos
distintos, iguales, 
creando otros mundos 
que muestran otra realidad,
otra vida, otro espacio,
de contornos evasivos
miradas susurrantes,
sonrisas disconformes,
tristezas aparentes,
que se pierden en sus horizontes
y regresan a cada vez
con inocencia redoblada,
humilde confianza
y alegría color de miel.
Cada mundo es mi mundo
vestido de verde esperanza,
cada mirada es mi alma
vestida de un bello amanecer,
cada sonrisa
me muestra el futuro...
¡Silencio!
¡Todo vuelve a suceder!
Cada mundo es una lágrima de cristal
que se hace lluvia
y llena el vaso
que calma mi sed,
y sobre la mesa cuarteada
que el tiempo puso en algún lugar,
su agua se derrama en liquido transparente
que se hace espejo en la sombra de luna.




Unos ojos

Unos ojos, en la noche,
vigilan mi sueño. 
Se mantienen abiertos
mientras en la cuna duermo.
Faros luminosos
vigilantes en las rocas,
la pleamar se acerca
y hay grandes olas.
En la marejada me alertan,
y en la mar calma
me mecen las ondas.
Emociones intensas vuelan
como alas de gaviotas.
La luna duerme a medias,
las estrellas brillan rotas,
y entre la  multitud
como en la cuna
sigo soñando sola.







¡El  azul!, ¡tan azul!
Foto: Mamatere

El azul del mar
se refleja
en cada amanecer
que canta despacio
a la vida.
En la luz
que sombrea 
cada mediodía
tejido de sueños.
En el sol
que ilumina,
rojo de amor,
la tarde que muere
en un renacer constante
de miradas
claras de luna.
En el infinito que se busca
sobre el abismo
de un finito
que escucha mi voz
cuarteada de silencios
transparentes.
En el agua limpia,
cristalina, calmada,
bajo las olas
que van y vienen
de la conciencia 
del mundo. 


El silencio invade mi alma

El silencio invade mi alma
mientras la gente camina
a mi alrededor.
Un búho da la bienvenida
a una noche serena,
que tiende su manto
sobre una ciudad
roja de sol.
Todo está donde debe estar.
Todo es como debe ser.
En el silencio hay otros colores,
en la noche hay otros sonidos,
y, mientras,
mi alma se abre
al eco de tu voz,
a la sonrisa de tu mirada,
a la música de tu corazón
que resuena en el mío
como el tambor oculto
que late escondido
en el fondo de la tierra.
Sube el mar a hurtadillas
limpiando la vida,
y sus olas se llevan
el dolor al olvido,
las marañas del tiempo,
el ocaso de los días
las horas de un reloj
                           

parado en el ayer
que pide caminar
en las horas del infinito
cubierto de luces
de neón y estrellas.



Siempre habrá Arco Iris

Aunque el viento
se vista con su gruesa capa
de nubes doradas y pardas.
Aunque el sol se refleje
en las gotas de miel
y la arena de un parque 
me traiga
el sabor a mar pegado a mi piel.
Aunque el rayo guiñe 
a la noche furioso
y el trueno grite
la rabia con él,
el agua inunde 
con fuerza la vida
y en ella se bañe la brisa
cada amanecer.
Aunque la flor se deshoje
amarillenta, en mi mano
y la tierra abra caminos
al poner mis pies,
o las hojas de un fresno 
me hablen
de los tres mundo que habitan en él.
Aunque el ciprés majestuoso
que besa el cielo
hunda en la tierra sus pies,
el verde olvido del bosque 
me llame
o el azul del cielo se abra
para guarecerme en él.
Y la gruta de agua 
reclame a la fuente
en la danza del fuego,
bailando, mi piel.
Aunque el Todo y la Nada 
se unan
en los archivos olvidados
que habitan mi sien...
Siempre habrá Arco Iris
galopando en estrellas,
o montados en Pegasos,
centellas, antorchas...
mientras pétalos de rosas
y blancas azucenas
esparcen su aroma
girando en mil mundos
que alumbran silencios
en cada comienzo 
y en cada atardecer.



Quiero gritar

Quiero gritar el dolor
que anida en mi alma,
quiero gritar en silencio
hasta perder mi piel.
Ahogar los sollozos 
en tiempo y olvido
y cerrar las heridas
en mi corazón de ayer.
Quiero gritar 
hasta arrancar al habla
palabras mudas,
silencios de hielo
y llantos sepultados 
de un atardecer.
Que en mi garganta vuelen
las notas dormidas,
golondrinas secas
de ojos oscuros,
racimos de piedras negras
que anuncian la noche
de otro amanecer.



Meditando


El horizonte se escapa
a través de mis ojos diluidos.
Apenas percibo nada,
solo sombras que se mueven,
figuras de luz y plata
sobre un cielo azul infinito.
Todo es flujo de vida,
movimiento, armonía,
amor sin límites ni medida,
sin control que atrapa
ni silencios que llenar
de palabra vacía.
Todo es música sin sonido,
esferas luminosas
en un océano perdido
en los fondos de la memoria,
grietas que se abren
entre las paredes blancas
de un sueño de vida
que imagino real.
Manos que abren mi corazón
y el color de mi alma
y me sumergen en cascadas
de pétalos de luz,
y me abrazan con sus alas
de viento y susurros
llenas de un ahora
que se escapa a cada momento.
Todo somos nosotros
en un Universo que se abre
más allá de una conciencia
que nada limita,
que nada posee,
que nada otorga
al viajero que pasa
sin pena ni gloria.



Gira

Gira, gira, gira
alrededor de ti,
vacía la mente
del ayer, del mañana.
gira, gira, gira
dentro de ti,
vacía tu cuerpo
de sonidos extraños,
de frases inacabadas,
de silencios, de palabras.
Gira, gira, gira
en tu mundo
de imperfectas correcciones,
de sombras que no se leen.
Gira, gira, gira... y para,
y llena tu vida, como un vaso,
de luz,
de palabras hechas
de silencio,
del sonido de las olas
que traen recuerdos
de un ayer que es hoy,

de gaviotas de desiertos
y golondrinas de mar.



Llueve

Llueve
sobre un cielo mojado
tapizado por nubes
de color gris acero
de bordes nacarados.
Llueve
sobre el asfalto gris
de las calles desiertas
sobre las lágrimas de un pasado
que se va diluyendo
tras el horizonte.
Llueve
tras los arrecifes
de un mar sereno
poblado de sueños
de sirenas.
Llueve
sobre los árboles
de brazos levantados
hacia un espacio del mañana.
Llueve
sobre campos de trigo
cargados de madrugadas
llenas de rocío,
sobre guerreros de fuego,
sobre armaduras blancas.
Y deja un infinito limpio
lleno de polvo de estrellas
y alas de hadas doradas.


Terapia


            Unas manos de otro mundo
cubren mi cuerpo
lánguido, perdido
en la eterna calma
de un tiempo
que no me pertenece.
Acarician suave
firmemente
las zonas donde el dolor
traspasa y se aposenta
y untan bálsamos de Amor
que curan mis heridas
bajo una piel
cuarteada y seca.
El viento sopla con suavidad infinita
y hace arder archivos
de una memoria
gastada y envejecida,
recuerdos del ayer
que ya no sirven
en este hoy eterno
de piel desnuda y limpia
de deseos, tras las dunas
que van y vienen
en un paisaje sin retorno
ni principio
de sueños,
de unos mundos irreales
de los que nadie es dueño.
Y la luz se filtra
por abismos de colores
cerrando puertas
que ya no están
tras las rejas azul-violeta
del olvido.





Un ángel


Un ángel anda
entre mi alma y mi cuerpo
en ese espacio
donde el mundo existe,
y lo une con hilo de seda
de todos colores
donde el alma vibra
y el cuerpo enmudece,
donde solo el Amor
es importante,
y el corazón
abre caminos
en el horizonte azul
de un Universo
vivo y palpitante.



Voy andando

Voy andando por la ciudad
repleta de calles
a esa hora
adormecida de la tarde.
Todo está limpio,
vacío de silencios
y de notas de acordeón,
ni siquiera las sombras
la recorren
en este espacio,
en este tiempo.
Sólo la calíma
se refleja
en los espejos de su asfalto
blanquinegro,
a esta hora
en que solo unos pies
caminan
con la lenta lentitud
del mediodía del sur.




Escucha


Escucha la canción del tiempo
que te habla en otro ritmo,
el sonido del día
que te habla entre las sombras,
la voz que no quieres oir
por que te dice verdades que duelen,
el silencio de los sueños,
el murmullo de la tierra,
la dulce caricia del mar,
el olor de la primavera
que anuncian las aves.
Escucha, escucha, escucha...
el batir de las alas que nunca ves
pero que sientes en el alma,
las manos que te acarician,
la sonrisa que te acompaña,
la alegría que te inunda,
la magia que sabe,
que intuye, que vive,
que vibra, que ama.
Escucha tu voz de días perdidos,
el rumor del viento
envuelto en papel de estrellas,
los guiños del infinito
y el suave roce del rayo del sol,
escucha a la luna
cómplice de la noche
y amiga del día,
los signos que te hacen,
los números que te hablan,
las canciones que tú callas
y las palabras que no
encuentran ningún sonido,
la luz del águila que vuela
en un infinito sin nombre,
el grito de la piedra
que nadie oye.
Escucha a tu alma
en tu silencio,
hazle un sitio en el único lugar
donde puede ser escuchada,
déjala que responda
a tus preguntas calladas
y a tu voz sin nombre,
solo escucha, escucha, escucha...



Las nubes

Las nubes pasan, se arrastran
por un cielo violeta y malva,
cargan y se llevan el dolor,
la tristeza, el cansancio
de un mundo que no entienden
y le dan formas de flores,
llenas de rocío
rodeadas de sol y nácar,
de alas de hadas, de mariposas,
de ángeles reverentes,
de cabezas de dragones,
de colas de sirenas,
de delfines en océanos rosas,
de ballenas,
de osos color de nieve,
de tazas humeantes
y bandejas de espuma blanca,
de ojos infinitos,
de muñecos infantiles,
de héroes de cartón
y caballos galopando
sobre montañas que escapan...
Y lo llevan al pozo del olvido,
y vuelven susurrantes,
agolpadas tras el viento
que se diluye en la mirada.
Y nos llenan de vida
mientras se deshacen
en pequeñas, transparentes,
alegres gotas de agua.



La otra morada
Allí donde estás,
en esa blanca morada,
donde el Amor se siente
y no se nombra,
donde la vida se vive
solo en la luz,
y la sombra
solo es un recuerdo
de algo que no existe.
Allí donde todo es transparente
y el cuerpo, solo es
tuyo y mío, aquí.
Donde la voz no mueve los labios
y el sudor no huele a sal,
donde el mar no tiene olas
y el agua
es el espejo del Tiempo,
donde los árboles
te abrazan con dulzura,
donde tú y yo
seguimos encontrándonos
en la lluvia del pasado
atrapados en mi memoria
y el Amor nos cobija
del hastío de la rutina,
y el sexo no existe,
solo un mar de piel
que se pierde en el ayer,
solo recuerdos
que piden una despedida,
solo Amor
en nuestra mirada,
dulce y cálida,
tras la puerta que se olvida,
tras el sueño del pasado
que se fue sin regreso.
Solo allí permito que me esperes,
en esa luz suave, blanca,
donde muere el cuerpo.



El caos 
El caos surge entre la niebla
que brota entre las piedras
cálidas de los sueños de futuro,
con manos que se levantan
hacia ningún sitio
pidiendo ayuda
hacia ninguna parte.
El caos brota entre el desorden
de la muchedumbre
inquieta que todo lo borra,
las memorias del ayer y del mañana,
la quietud sin fondo...
y el aliento frío del metal
resuena en los pasillos vacíos
de otros pasos que aún no están.
El caos sale entre la nada,
y lo que conozco ya no sirve
y Momo viene disfrazada
de señor del Tiempo
sin color, sin edad.
Sólo el Amor nos salva del caos,
de lo incierto,
de un infinito
sin protesta de cansancio,
de un finito de luz
que arropa la sombra
del mundo en el Universo.



¡Madre!

¡Madre!
Con tu manto verde cobijas mi esperanza,
con tu mano en mi pecho
limpias mi corazón
y me acaricias el alma,
me acunas con las nanas de los sueños
y me arropas con ternura.
Mientras, siento el frío que te invade
y quiero cobijarte con mi Amor,
con mi Perdón encender una hoguera
junto a la Fe del mundo
y que mi silencio entone tu dulce canción.
 Que el verde de tus bosques
abra mil puertas
y los pétalos de tus colores
nos hagan soñar,
que el azul de tus aguas nos traiga la vida
que tu luz nos ilumine
y las estrellas de tu manto nos devuelvan la paz.



El cielo se abre en mi horizonte

El cielo se abre en mi horizonte
y la lluvia arrastra
mis lágrimas grises del tiempo,
limpia mi alma
asustada y dolorida
y la deja clara,
calmada,
rendida
a su luz azul
que la invade,
que la llena,
que la inunda.
Y olvida el pasado que duele
y el futuro que no está
y hasta incluso el presente
lo olvida.
Solamente sola
deja de estar para ser,
solo ser.



El negro azul de la noche

El negro azul de la noche
viste traje de etiqueta
y una espuma de corales
abre del eterno mar la aguas
llenas de luces y estrellas.
Una luna de sonrisa verde
con traje de gasa,
con lluvia de seda,
canta en la cuna una nana
y dibuja en mis sueños una estela
donde la pena se acaba
donde el canto huele a hiedra,
donde las magnolias blancas
visten camas de azucenas.




Fantasía


Jardines flotan en mi fantasía
llenos de aromas y fuentes perladas,
y caen susurros en el agua fría
que se deslizan por almas heladas.

Puentes colgantes hay al mediodía
de jazmines y yedras cortadas,
de pájaros y música en armonía
con querubines, y gnomos, y hadas.

Hilos de plata por la celosía
de orillas de viento, rotas, cansadas,
barcos sacados por la lejanía
de chopos azules y algas doradas.

Cabalgando en la luna llena, haría
estelas blancas en noches calladas,
y un Pegaso de mi sueño vendría
a arrebatarme de tibias miradas.

Dentro de mi corazón, me sumergía
en ríos granates, piedras talladas
y rocas de silencio sorprendía
en los desiertos de verdes moradas.

Ya Venus surge de una concha umbría
y es un haz de burbujas y espumas rosadas,
y en primavera, la melancolía,
nace y muere en azules madrugadas.

En mi sueño, soñado cada día,
veo un susurro de abejas meladas,
y a lomos de su reina recorría
praderas y montes, ríos y cascadas.

Espigas se mecen en compañía
de mundos niños, en las alboradas,
carros de fuego con su melodía
desvelan notas aún no desveladas.



Fuegos artificiales

Estrellas de colores,
ratas encendidas,
luces que viajan
en una noche perdida.
Carrusel de colores al viento
bajo una noche tibia
en el calor del recuerdo
como una flor encendida.
Cometas que centellean
perdida su nueva vida,
y la pierden para darla
por esa ilusión de un día.


Allí

Allí donde el mar se oculta
y el horizonte se encrespa,
donde nace el Arco Iris
y se olvida la leyenda,
donde la luz amanece
y la sombra ronda y juega,
donde el rumor de los niños
canta al saltar la cuerda,
donde la espuma del cielo
forma nubes de tormenta
y el clamor de cien mil voces
pide paz para la tierra,
donde los nardos y lirios
cobijan la luna llena
y el sonido del silencio
desata la noche negra.
Allí donde el sol alumbra
y se oscurecen las velas
y pájaros de mil colores
llenan sus alas de fuerza,
donde todo se perdona
donde todo se genera,
allí entro de puntillas
sin que nadie se dé cuenta,
y una luz en mi añoranza
abre cien ríos de estrellas,
una luz cálida y blanca
y mi alma se abre a ella.



El día

El día aparece lejano
cubierto con las suaves sombras
de un crepúsculo que nace
y muere a cada momento.
La mirada cansada del sol
ciega a ratos los silencios
salpicados de notas
como golondrinas
que invaden el cielo.
Nada sucede en el Tiempo.
Todo es Nada y Todo es Sueño.



Y soy Todo, y soy Nada



Hay una losa que se hunde sobre mí,
sobre mi calma,
sobre mi locura.
Me adentra en el centro del mundo,
de un mundo que no conozco
que me adormece,
que me acuna
¡Y soy todo y soy nada!
Siento sus entrañas palpitando,
siento correr su sangre
como savia alrededor,
como un río entre mágicas arboledas.
Me sumerjo en su agua,
calma que fluye
por todos sitios
por ninguna parte,
que está dentro y está fuera
¡Y soy todo y soy nada!
Soy brisa que seduce
y huracán que temo,
luz que alumbra
y sombra que me duele,
manos que acarician
y puños que sangran,
agua que sacia la sed del mundo
y torrente que me arrastra,
llama que ilumina
y fuego que me abrasa,
la emoción de la vida
y el abandono de la muerte,
¡Y soy todo y soy nada!
Soy alma que ama
y espejo que olvida,
vacío absoluto que me abraza
y esa luz que añoro y me traspasa,
ese silencio callado y oculto,
este cansancio... este minuto...
¡Fluye vida!, ¡Fluye muerte!
¡porque soy todo y soy nada!



Al Cristo de la Salud

Levantas las manos al cielo ofrecido
pidiendo por nosotros perdón,
Amor que nos das sin pedirlo
y derramas tu sangre de lirio
devuelto a la Tierra,
y empapas en ella tu triste sudor.
Amor que abres las puertas del cielo infinito,
que acaricias las almas que se abren a Tí,
que tiendes un manto azul y rosa a la aurora
y abres las arcas de un mañana sin fin ni principio.
Los ángeles alfombran tus pasos
con pétalos de rosas y aromas de miel
y como una flor que se abre
el cielo te acoge,
y perdonas, y amas y nos enseñas el camino
con suaves luces siempre de amanecer,
y nos das la mano de amigo escogido,
y acaricias nuestros errores violetas y olvido,
y nos perdonas, y nos amas, y a levantar
vuelves las manos al cielo ofrecido
en un hoy siempre eterno
sin fin ni principio,
Tú,... Amor,.... Amigo...



La mirada deviene la tarde



La mirada deviene la tarde
en dulce amanecer,
las hojas de los chopos
lloran lágrimas de
tierna esperanza
y la música del mundo
me viste de nuevos sonidos.
Los caminos se agradan
y se hacen bellos
en el horizonte,
la tierra vibra y
late acompasada
en un nuevo día,
la voz del bosque
me llama,
y el viento
me ofrece sus caricias,
mariposas me guían
con sus alas de ángel
y la luz del infinito
me arropa con ternura.
La magia de la vida
surge entre las brumas
y aclara la niebla del pasado
inundándome su aroma,
y se abren cerraduras
de viejos baúles
escondidos en los sótanos
de mi memoria.
Todo brota a mi alrededor,
el perdón me abre
una puerta al infinito,
y el amor me viste con su luz,
el sol me invita a la vida
y las estrellas arropan mis sueños.
Todo el universo gira
y me envuelve,
y soy algodón de azúcar,
niña que vuelve
jugando a ser mujer,
mujer que juega
volviendo a ser niña.
Todo se derrumba
y vuelve a surgir de la nada,
como el Ave Fénix
renaciendo de sus cenizas,
y el mundo abre sus puertas
para que vuelva a vivir.



Hay un árbol desnudo 
                            
 
Hay un árbol desnudo en la mirada
                                y un pájaro que abre sus alas
                                              al amanecer.
                                              Un arco iris
                                       de pétalos de lágrimas
                                      arrancadas a la aurora,
                            un corazón hecho de besos de tarde
                                          de abrazos de piel,
                                      un desván desconocido
                                       coronado de amapolas,
un sueño imposible
elaborado con miel,
un surtidor de suaves caricias
y deseos rosas,
y una mujer rota
que quiere ser niña otra vez.




Sierra de Gredos


Almas desnudas
bailando en el éter
bajo la suave
y fuerte
caricia del sol.
Robles que hablan
bajito al oído
alisos que cierran
tus ojos tranquilos
y hamacas que acunan
a un dulce son.
Estrellas repletas
en la noche creciente,
tertulia con gnomos
y hadas y duendes,
mariposas arco iris
y libélulas de cielo
piedras que se ablandan
con manos de agua,
 y una estrella vigía
mirando al horizonte
que lo cuida todo
con inmenso amor.



¡Hola María!

¡Hola María,
Virgen Madre!
A Ti voy con las manos vacías
para poder llenarlas de Ti,
de tu misericordia,
de tu humildad,
de tu obediencia,
de tu gracia...
A Ti llego con el corazón limpio
para poder ofrecértelo
y mi alma clara
para que puedas dibujar en ellos
alas de Amor
y de Esperanza.
Ante Ti me inclino
con una rosa de perdón
en la mirada.
A Ti me ofrezco como báculo
para el camino,
como pañuelo de consuelo,
como agua




Bordeando tus caminos

Voy bordeando tus caminos
horadando con mis pies
tu suelo de piedras encanecido,
soñando tus sueños imposibles
de olivos de ayer
y hiedras del mañana.

Te yergues altivo sobre la loma
tu cuerpo de fría piedra
tu alma de arena
y sueños de alondra
¿Cuántos han acariciado tus piedras
pisado tus caminos
y visitado tus sombras?

La noche hace lenta la vista
y hace mágica tu historia,
los pasos a medianoche ensordecen,
calla la música ante tu silencio
y solo oigo palabras a media voz
entre las ráfagas de luna
que el viento sopla




María


María se sentó sobre la hierba
el aire humedecía cuanto tocaba
y el sol languidecía
rojo, muy rojo
tras las montañas.

El azul, siempre el azul
en su mirada.
Sus ojos somnolientos
buscaban en la orilla
otra barca.

La tarde bostezaba entre sus manos
casi de suspiros encharcadas,
la sombra de una piel
como la suya
huía tras la negrura
densa y grave de la playa,
allí donde el mar se pierde
y el horizonte se escapa.

Y en el azul, siempre el azul
de su mirada
sus ojos seguían buscando
otra orilla
tras la barca.




In memoriam a Vicente Nuñez

                              Volveré a oír tu palabra velada          
                              Inspirada en brisas del firmamento,          
                             Confiando a ojos amados la entrada          
                             En la oscuridad real de tu aposento.          
                             No verás octógona y encalada
                            Temblando porque le falta tu aliento,
          
                            Extraña copa, cigarro y mirada 
       
                           ¡Nada! tu plaza, tu sitio sediento.          
                           Un ángel poema con tu alma anclada         
                           Ñaño del cielo, pone el testamento         
                           Es una nube Arcipreste sagrada,          
                          Zahorí de versos, amigo atento.






Oigo mi voz 



Oigo mi voz
mientras el silencio
del aire me rodea,
mientras el agua
humedece mi piel reseca
por el tiempo que se pasa
y solo vibra la música
de los latidos del alma.
Mi voz sigue hablando
de recuerdos y nostalgias,
de cobre entre los geranios,
de mantones y guitarras,
de las piedras de una calle
y las farolas lejanas,
de los juegos de unos niños
del fuego y las serenatas...
Sigue mi voz hablando
por los rincones del alma,
y yo, rodeada de silencio,
me callo para escucharla.




Mi sueño


¡Ayer, tan solo ayer
era un sueño!
un azul y dulce sueño
acunado por años
de nostalgias y sentimientos,
y hoy...
Mis dulces amigos me arropan,
y aún el mar me abraza
y se mete dentro
entre los rincones quebrados
que guardo en mi alma.
Rompen las olas sobre mí
¡tan cerca!
El agua es transparente,
y azul, y celeste, y verde, y blanca.
Cielo y mar
sin lineas cofundidos
Caminos de azul y espuma
que van a algún lugar,
que marcan algún sueño,
y a lo lejos, un barco
 parece suspendido
por hilos de marioneta
que manejara el espacio.
El sol va dando color,
como maestro pintor
con su paleta,
y va dejando su rastro
blanco, luminoso,
sobre su lienzo de agua.
Entre las rocas
escucho su rumor acompasado,
su intenso latido
en cada onda,
en cada ola,
en cada espuma
que va bañando
mi silencio.



Escucho


Escucho, Señor, tu voz
en los ecos del silencio
que me abrazan con susurros,
en la sonrisa de la nube
azul grisácea, tormentosa,
en las lágrimas
de la rosa
que se abre con desgana,
en el aleteo de unos párpados
soñadores, somnolientos,
en el perfil de la montaña
que en la lejanía
separa tierra y cielo.
Oigo Señor, tu respuesta
a cada pregunta formulada.
Son los pequeños detalles de AMOR
de la vida cotidiana.
 

 
 
  El día está triste
 

 
El día está triste
y el cielo llora
incansable
lágrimas incoloras
de infinita
tristeza 
Diluvia la vida
entre gota y gota,
rebosante,
plena,
sin importarle
la tristeza de la aurora
apenas entreabierta.
Aún las luces de los coches
rafaguean
asustadas
en dirección a ninguna parte
entre la niebla.
Y la sombra de los nombres
cobija con ternura
la ausencia.
Escucho en el silencio
cada gota
como un susurro
que abre la tierra
cobijada entre arriates,
cada susurro de viento
que abraza el árbol desnudo,
cada ola de hierba.


A Pablo Pérez Estrada

Soñabas con agua y con mar,
tú, gaviota de alma blanca,
en un azul de recuerdos y de océanos.
Mezclabas lo divino y lo humano
con un amor de ángeles sin sexo.
Cantabas al espíritu con las flores
melodiosas de tu voz
en una noche sin tiempo.
Y hoy, querubín de palabras,
recitarás tus poemas
a San Pablo y a San Pedro
que no tocarán a dos manos
arpas para arrancarle lamentos.
Tu sentimiento y tu voz
llenarán para siempre
el silencio, los silencios.



Tengo



Tengo la mente vaga,
vacía de pensamientos
y de palabras.
Quiero aturdirla con el olvido,
con la desgana,
quiero embotarla
de sin sentidos,
hacerla vieja,
gastada.
Como una hoja sin libro,
una tinta sin pluma
o una arena sin playa.
Y el mar vuelve a llenar los odres
de la desidia con esperanza.



Tras la lluvia

Espejos de luz
alumbran la hierba
mojada por la lluvia
hace apenas nada.
El aire se ve limpio,
azul como el cielo,
con olor a hierbaluisa
vestido de madrugada.
Una amapola silvestre
da color de roja llama

como si al campo de espigas
ruborizara el rayo del alba.


Este cansancio
Foto: Mamatere
Este cansancio que atora mi pecho,
esta desgana...
Se acerca la noche
con la penumbra de las sombras,
y yo, por estos caminos
deshabitados,
con una luz que no es la mía.
Ruidos que ensordecen
y ráfagas que me deslumbran,
y ese sol que llora
entre las nubes
gris plomizas
de una tarde tormentosa




Una hoja de papel


Una hoja de papel
vacía de palabras.
Líneas que se diluyen
con la mirada pensativa
de unos ojos
embotados,
cansados,
hartos de una vida
que se difumina.



Un día cualquiera 



Un perro y su fiel amigo
en fría piedra, pensativo.
Un árbol, un banco,
un parque,
una guitarra
sollozando trás la hiedra.
Gente que pasa
ajena a todo, a todos,
piensan (pienso)
mientras caminan
sin ver por dónde.
Una sonrisa, un saludo,
un olvido,
una mano que se tiende,
otra mano que la acoge.
Un niño que juega y
hace sueños de su vida.
Papeles que se miran,
que se olvidan.
Con ojos cansados,
con paso mortecino
pasean la vejez
sin siquiera
pasear la vida.
Contar los pasos,
pegar un salto,
vivir la vida un día más.




Anochecer de febrero 



Júpiter y Venus
al alimón
sobre un horizonte
adormecido
acunan a la luna
sedienta de amor
sobre una ciudad
perdida en la bruma,
soñolienta,
 que a Morfeo
extiende sus brazos
cubiertos de luces.
Ojos de mariposas
sobre un mar de sombras,
que envuelven los guiños
de otra ciudad perdida.
La luna es la cuna
que arrulla los sueños
de almas errantes
sobre la ciudad.




Bate el cóndor sus alas




Bate el cóndor sus alas
sobre las montañas
cubiertas de invierno.
El águila entre riscos
sale al exterior
adornando al viento.
Los ojos de Chronos
desvían su mirada
hacia un mundo perdido
en el olvido y la distancia.
La bruma envuelve el paisaje
y una atalaya vigila
tras la cortina del horizonte.
El camino de la vida
se abre y se pierde
con el sólo latido
de un corazón.






Diez brazos 



¡Medusa disfrazada
en verde humo!
Aspiras tus sueños
en cada bocanada
y los dejas presos
entre olores
de azmicle y mirra.
Te pierdes,
te derrites,
te consumes
como la vida misma,
en un engaño constante
de aparente realidad








Añoro el mar salado 


Añoro el mar salado
en un cielo azul
que difumina el campo que verdea.
Huele a mar en el aire
que abraza quedamente
a los olivos.
Mi corazón lo envuelve
en cada suspiro
y mi alma lo acuna
con una canción
de épocas doradas,
donde sólo existían
el mar, el sol y Dios.






                          Noches de agosto


Acaricias mi almohada
de lánguidas miradas,
cubres mis sábanas
de susurros velados
y tu luz se refleja
en el espejo
de mi última habitación.
Me rondas con timbales
de otras montañas
y quejios de guitarra
atrapan tu voz.
El eco, peregrino,
retumba en mi pecho
y ojos hueros
clavan imágenes
en mi interior.






Búsqueda

Siento el corazón cansado
y el alma presa
en un cuerpo al que no pertenece.
Resisto a la gravedad
y quiero perderla,
quiero volar
y perderme en las nubes,
ver el mar
y sentirlo en mis ojos,
apenas rozar
la hierba con mi aliento
y que el rocío
me lave la cara,
mirar al cielo
y que el día
me inunde de estrellas,
ver brotar el agua
y ser burbuja, espuma, gota que empuja
ligera y diáfana,
cruzar arroyos,
gastar senderos,
abrazar un tronco
perdido de invierno
mientras pétalos de rosas
acarician mi cuerpo







A Carmen Barrio



Me llegan hasta el alma
tus hondos lamentos,
tus quejidos rotos
por tu silencio.
Tu llanto lento,
tus sienes marchitas,
tu triste tristeza,
tu muerto cuerpo,
tu hondo mirar sereno.
¡Si pudieras decirme
lo que te pasa,
lo que tú tienes
en las entrañas!
¡Si mirando en tus ojos
yo adivinara
lo que quieres decirme
cuando no hablas!
Llamas a la vida
y no acude,
llamas a la muerte
y de tí se aleja,
y por prados marchitos
llevas tu pena.
Y te sube a la garganta
un sabor a sangre,
un sabor rojo,amargo,
un sabor de vida que se apaga,
y quisieras retenerla
sin saber como agarrarla. 







A José Luis

 Miran tus ojos
la pantalla de la vida
y creemos
que eres mero espectador.
Y temo tocar tu piel
y que se abra en herida,
besar tu cara
y que se vuelva en flor,
volver tu cuerpo
de frágil mariposa
¡crisálida apenas nacida!
Mientras,
tú nos miras desde tu aposento,
sientes nuestras caricias
y nos conoces la voz,
sin poder responder a nada,
ni a caricias, ni a palabras
viviendo
con la agonía del silencio
como sólo,
como único observador.








La noche



La noche, borracha de silencio,
abre sus oídos.
Salen gnomos y hadas
entre laberintos
de yedras ingratas
que aprisionan risos.

Entre la maleza
que clama el olvido
diminutas perlas
abren los sentidos,
y el silencio
borracho de noche
trepa por el día
cuajado de signos.








La tarde 




Hay un álamo grande
de tronco grueso y blanco
viejo como el tiempo,
y un banco gris
de piedra dura
barrido por el viento,
regado por lágrimas
de incaduca nostalgia.
Hay dos niños-adultos que juegan
a tres chinas
su esperanza
en lineas de sangre verde
sobre la piedra blanca.
Huelen a primavera los setos
y la tierra huele a agua.
El aire acaricia la tarde
cuando arrastra la mañana
sobre briosos corceles
derramando fuego
sobre lunas blancas








Palpita la oscuridad 



Palpita la oscuridad
en el hondo silencio de la noche.
Los grillos son sirenas
en el mar de las sombras,
y el grito callado de la madera
abre el infinito
de formas irreales.

El agua, silenciosa en la luz,
susurra a las estrellas
su canción de cuna
y el aire crea fantasmas
entre las hojas que arrastra.

Todo está vacío.
Oigo música y silencios
aún no inventados,
un silencio olvidado
del mañana que pasó.
Un silencio mío,
solo mío,
dónde todo
quizás sea para siempre
NADA






Una sábana 

Una sábana de niebla,
cubre mi vestido enmudecido.
El río de la vida se seca
ante la esfinge del tiempo
que yace dormida,
y un pétalo de sangre
vuela al mar del olvido
de donde no puedo...
no quiero regresarme




A Federico García Lorca































 
 
Fiel a la noche y su requiebro,          
Espera a la luna Federico,          
Después de un paseo largo y lento         
Entre álamos y olivos.        
Risas de llantos cautivas          
Ignoran cauces de río       
¡Como canta la cigarra         
Oreando su vestido!

Grueso árbol, verde noche         
Aprisionan los sentidos         
Repletos de sudor y agua,         
Cantándole al mar bajito,         
Intercambiando poemas         
A la orilla del camino.

Lejos queda ya Granada,         
Olvidada y silenciosa,         
Repleta de tus recuerdos.      
¡Como llora la guitarra
Ahora que tú te has ido!








Puedo 



Puedo ver el infinito que asoma
a través de tus ojos,
y el azul del cielo
que baña mi alma
repleta de siglos.

Puedo mirar el aroma a paz
que hay en el aire
sumergido en una gota de rocío
y la voz del amor
pidiendo a voces
a la vida un sitio.

Puedo ser viento en un instante
y en él fundirme
acariciando mi largo destino.

Puedo ser agua que apague
la sed del cansado peregrino
en tierras de nadie
y nido, donde la vida se cobije
del cansancio y del hastío.

Puedo ser alas de mariposa
batiendo suavemente el infinito
y la luz de una vela
de aromas perdidos.

Gaviota sobre el mar, puedo ser,
buscando mi libertad
donde no haya navíos







Luna llena

                                                                                                                                    
Se oyen perros
a lo lejos
que ladran a la luna
silenciosa, altiva,
redonda y bella,
que derrama su luz
sobre grises piedras
y me baña la mirada
de nostalgia fría y serena.
Y me acaricia
como espuma, como brisa,
en el silencio de la noche
Y me engañan los sentidos
y creo que amanece,
pero aún hay mariposas
que aletean en sus ojos,
luciérnagas del camino
en la oscuridad,
senderos de plata
envejecidos por el tiempo
y el silencio.
Los perros siguen ladrando
y ella les mira,
lacónica y esquiva
y sonríe.
Dueña de la noche,
amiga sabedora de secretos,
confidente,
eterna enamorada
adornada de luceros,
bella, siempre bella cenicienta
hasta el amanecer.







Primavera


Huele a tierra mojada
entre los olivos.
El sol, en lo alto,
habla de sombras que se ocultan.
Las aguas del arroyo
salpican y serpentean
el camino pedregoso
y sin retorno.

El aire azul espesa la tarde
cargada de perfumes
y trozos de algodón errante.
Mientras, huele a verbena,
a romero, a manzanilla,
a vida recién abierta
¡a primavera!
de su vida,
¡tan monótona!
¡tan distinta!

El almendro ya está en flor,
un jilguero canta
sus penas de amor
a quien no le responde
y la perdiz reclama
con su canto
otro amor que pasa
tras los barrotes
que aprisionan su vuelo







Sobre un cuadro de P. Lavine 



Veo un surtidor
que nace de un estanque
de verdes aguas
tapizado de nenúfares
salpicado de escarcha.

Un pasillo de baldosas
blancas lo bordean
como la fría nieve
bordea la esperanza,
siempre al acecho,
siempre en guardia.

Maceteros cuajados de rosas,
madreselvas, margaritas,
azaleas...
dan colorido a la vida
tupida de magia

Una casa de piedra
al fondo,
como un castillo de hadas
y sobre el agua verde
una rana príncipe
que croa y canta.

La tarde va muriendo,
y un gato, tras la verja,
pensativo, se levanta.







Viento, agua, luz 



Quién puede apresar al viento,
quién puede tomarlo en la mano
y contarlo,
sacarlo al parque y volverlo,
quién con manos temblorosas
robarle una caricia,
cantarle bajito,
arrullarle, mecerlo.
Quién puede marcarle su rumbo,
quien en una noche tranquila de luna
mirando, puede verlo venir a lo lejos.

Te traspaso en tu alma infinita
y en silencio te otorgo mis besos,
y eres tú quien me besa callando
en la mágica noche del tiempo.

Quién puede en un puño
sujetar todo el agua,
o en la mano abarcar todo el mar,
quién mandar a la lluvia que caiga
o a hurtadillas cambiarla
y encerrarla entre rejas
cuando llega al hogar.

Con tierna humildad en tí me sumerjo,
me das tus caricias,
me mimas,
me abrazas
y yo dejo sentir en mi alma
tu paz infinita
tus ansias y anhelos,
tu perfume a campo,
a heno, a romero
y a tierra mojada,
entonando en silencio
tu canción de paz.

Quién puede atrapar a la luz
y en un pozo oscuro
esconderla, partirla, tocarla...
Sólo puedo sentirla en el alma
dejar que me inunde de paz infinita
que atraviese mi cuerpo
relleno de sombra
mientras sin verla, tú la miras







La rosa roja 

Está sobre el baúl,
mustia, seca,
casi deshojada
por el tiempo que la besa.

Me habla de tí,
de otros tiempos,
de una larga caminata,
de un beso sobre la mejilla
azaroso y de pasada,
del roce de unas manos,
de una mirada,
de un suspiro que recuerda,
de una lágrima,
y ella sigue allí...
besando al tiempo,
seca, mustia
y casi deshojada.
A su lado, una foto
amarillenta
habla de eternos días...
de susurros de viento
y caricias veladas,
de la sombra de un árbol
sobre las manos cruzadas,
de ti... de mí...
y ella sigue allí...
sobre el baúl.
Ya lo dio todo
su belleza, su color,
su aroma y sus espinas
y aún... la muerte,
que la deja sola,
mustia y seca
y casi deshojada




Tu recuerdo

Tus ojos me recuerdan la vida,
y tus párpados la noche
que aletea en tus pestañas.

No tengo que cerrar mis ojos
para ver los tuyos.
Aunque no los vea,
en cualquier parte que miro
allí están,
mirándome,
mirándonos,
y yo...mirándote.

Aún me baño en tu mirada
y me recreo en tu rostro,
aún acaricio tus mejillas
y dibujo tu perfil
de dios griego
en la penumbra del tiempo.
Y mi corazón, como un cofre,
aún guarda tu recuerdo
como un tesoro escondido.
Sigilosa lo abro,
lo acaricio, lo miro y lo cierro
para que no escape nada.

Aún siento tu risa y tu voz
en mi oido
musitando caricias de viento,
yo las oigo
quebrantando mi silencio.

Me sigues arropando
en las noches vacías,
y me das una flor
al rayar el alba,
pero, ¿dónde están tus palabras?
noto su ausencia,
y todo está vacío.

Mi corazón sigue tu compás
y espera.
La luz de una mariposa
me dice que no estás,
que ya te has ido
He visto tu camino lleno de luz
y quiero ir allí,
aquí, me envuelven las sombras.

Sigo vigilando la orilla del río
y Creonte no pasa,
su barca de remos va lenta
y se enreda en las algas.
Mientras, devano los hilos de la vida
¡tan torpes mis manos!
se enredan en el ovillo
y vuelven a empezar
lo que ha acabado.

Sentada sobre la ventana del tiempo
veo cambiar el paisaje
de un invierno a otro invierno,
de la noche a la mañana,
una mañana gris y húmeda
repleta de fina escarcha






Otro año que pasa 

Siento sobre mí un silencio callado.
Mis manos atadas al tiempo,
atlas de mi mundo,
me dicen que están cansadas.
Miro las hojas del otoño
caer sobre los árboles
entumecidos por la escarcha,
la brisa baila con ellos
el vals del viento
¡Otro año que pasa!

Siento en mis ojos el peso del Universo.
Mis párpados gimen
y el viento los consuela.

Miro al mundo frente a frente cada día,
y cada día, busco las palabras de la vida
en un diccionario escondido
en el desván de la Muerte,
y abro las puertas de mi memoria,
y me observo, queriendo conocerme,
y el infinito me espera
arropándome con su luz.

Miro de nuevo los árboles del camino
y están vacíos, secos, dormidos,
y el viento canta, siempre canta su eterna canción






El viento del Sur 

Es el viento del sur que llama a mi puerta
 yo le dejo que pase,
se queda.
Me inunda la casa de sabor a mar,
de perfume a olas,
de sal, de arena.
Me trae corales en finos racimos,
espuma de nardos bañada en primavera,
caracolas, gaviotas,
y a ti,
mi corazón, de soledad partido,
envuelto en el verde mar de una quimera.

Sentada tras la roca
que mira el horizonte
siento ganas de llorar silencios
y mágicas notad de un acorde
sobre el pentagrama de mi vida.
Corcheas, fusas, negras,
y yo, ¿dónde?

Las olas mecen mis sueños
y el mar teje abanicos
donde el amor se apaga.
El viento silba,
y entre la arena borra tu nombre y el mío,
otra página de un libro que se esconde.

Las lágrimas tejen al día
trozos de arco iris
por donde el viento pasó de noche
vestido de luna clara
con trocitos de colores.








Y yo me dejo llevar


El espíritu del viento
me transforma,
me seduce y me engaña,
y yo, me dejo llevar.
Cierro los ojos y vuelo,
el jazmín me embriaga,
y el trigo me envuelve
con verde añoranza,
toco el aire aterciopelado de la noche
que huele a magnolias
y aromas de mar.
Oigo el rumor de la tarde, de niños que juegan
en grises aceras de sabor amargo,
y el murmullo del río
con sabor a pan.
Y yo... me dejo llevar
La tarde sube pendientes
jalonadas de escarcha,
y una rosa solitaria
me escucha al pasar.
La luz se filtra en mi cielo
tupido de dudas,
un dondiego me abre sus puertas
en la oscuridad.
Y yo... me dejo llevar.
El espejo del tiempo
me muestra sus dados
cargados de miedo,
dos caras de viento
y una de azar.
Con los ojos caídos
vuelo en silencio,
y la noche se abre
como flor de azafrán
Y yo... me dejo llevar






Quise 


Desperté en ti
cuando aún no había nacido,
quise poseerte
y te me ibas
en un abrazo solitario,
quise luchar por ti
y caí vencida,
sin lucha derrotada,
quise tocar el cielo
y volví con una estrella
que al tocarla se apagó,
quise ser la nada
y la nada lo era todo,
quise morir tu vida
y viví mi muerte,
quise quemar de mi memoria
sus archivos
pero su fuego me abrasó
y se incrustaron en mi mente
los recuerdos,
quise ser tú
y ahora somos yo,
tan muerto y tan vivo,
tan mío y tan dentro.
Al filo del todo te sigo,
al filo de la nada te espero.







El alba


El alba despierta al horizonte
despacio, lentamente.
Se pone su bata blanca
con reflejos de Arco Iris
inundando todo con su magia,
llenando todo de poesía,
calándose en los ojos,...
en el corazón, en el alma.
Y aún hay lentejuelas
meciéndose en su abanico
y la luna, al galope,
como caballo herido
va entre ardiente zarzas
que el día pone en su camino.
Y se abre, como rosa a la mañana,
y se funde, en el día enamorada,
y deja de ser, para ser en otro
como novia,
con ramo de azahar abierto
con olor a madrugada,
como esposa
que presurosa, acude a la llamada,
como niña,
que da la mano y se deja llevar
¡callada! ¡perdida!

¡Atardece!
El día muere, y su sombra
se perfila en los rincones.
Ella también se va
cambia de nombre
y languidece,
y se desangra a cada paso
que la arrastra hacia la muerte.
Y pone botones de luto
bajo su solapa
diciendo adiós vencida,
bella, solitaria




Sueños


Sombras de luz y viento
veo sobre mi almohada.
Gotas de tul y escarcha
acarician mi sien.
Somnolienta,
busco la mirada al infinito
y no responde a mis ojos.
Un manto hecho de brisa
me envuelve,
la luna, cómplice, sonríe al río
y les miro,
yo les miro desde la sombra.
El mar embravece,
y en su gruta secreta
guardo su furia
bajo un alfiler.
Un gran ojo profundo me seduce
y mi alma, vacía de mundo
le entrega su luz.








He caminado




He caminado sin rumbo
sin saber a donde,
sin saber porqué.
Me he encontrado vacía,
vacías las manos,
la mente, la piel...
He pasado...
o estoy pasando
aún,
por ese puente tendido
entre el hoy y el ayer.
La vida sigue
y los recuerdos me detienen.
Quiero avanzar
y no sé
¡de verdad que no sé!
¡Ya!
solo es cuestión de pasos,
pero...
¿con qué?, dime, ¿con qué?
Los pies son perezosos
¡tanto tiempo anquilosados!
Y la mente...
¡mañana! -digo-
¡mañana empezaré!
Y como aquél "vuelva usted mañana"
lo dejo para otra vez.
Me reconozco culpable
de ser cobarde,
la vida es hoy y no ayer, ni mañana...
Es una lucha constante
y no constante dejadez.
Me siento culpable de esta apatía
¡es tan cómodo envolverse en el ayer!
Lo dificil ¿?
es plantar cara a la vida,
decirle:
¡Aquí estoy! ¿Me ves?
Llenar las manos de vida
para poderlas ofrecer
y abrir al corazón las puertas
sin cerrarlas más después.






Recuerdos


En la penumbra de la noche
una luz.
En el silencio de la noche
una melodía.
Tras la ventana,
mis ojos,
en los cristales turbios,
húmedos,
goteantes,
llenos de sal.
¡Cómo escuecen los recuerdos!
Entra un aire galopante,
blanco,
como el frío
que traspasa el alma.
Una rosa se deshoja
y se clavan
llenas de sangre
sus espinas
¡Como duelen los recuerdos!
Ignorada en el tumulto,
confundida en el silencio,
en plena soledad
cargo con la cruz
¡Cómo pesan los recuerdos!
Una brisa me acaricia
el aire huele a flores,
a romero,
a manzanilla.
Una sonrisa en los labios,
una luz dentro del alma.
Sólo a veces
¡qué tiernos son los recuerdos!








Grito a la Vida 





-Soy la Vida
¡Ven conmigo!
-Voy contigo
¿No me ves?
Una mano caída hacia abajo
agarrada a no sé qué
y en la otra...
En la otra tu tesoro,
una copa cristalina
oro liquido hasta arriba
que como amante, cautivo
dispuesto, te tiene,
bien sujeto,
oradando tu cerebro,
dejando solo en tu cuerpo
el pellejo
-¡Otra copa vinatero!
-¡Cambia ahora!
-¡¡No!!
-Atiende:
Es tu Vida la que bebes,
es tu sangre que rebosa,
que se va,
que no vuelve,
¡llámala!
¡Aún es hora!
¡Vuelve!
-Soy la Vida
¡Ven conmigo!
-Voy contigo
¿No me ves?
Una mano caida hacia abajo
aferrada a no sé qué
y en la otra...
En la otra casi nada,
tu tesoro cristalino
apenas puedes beber
y tu mente acorralada
va buscando entre tinieblas
su veneno
¡sin querer!
Aún no es tarde
¡soy la Vida,
ven conmigo!
Alejate de tu amante
que como pulpo gigante
quiere hacerte huir con él
¡Vuelve! ¡Vuelve!
¡Ven conmigo!
-Voy contigo
¿no me ves?
Una mano caida hacia abajo
y la otra...
la otra... no lo sé.







A la cruz


Siento en mi alma
incrustadas tus piedras
y en mis dedos
clavadas tus espinas,
el crepitar de las llamas,
tus leños apilados,
la noche de tus rejas
y tu vida.

Déjame ser el rocío
que besa tus rosas,
el viento que acaricia
tus brazos extendidos,
el aroma que inunda
tu calle en este día,
el tiempo que te saluda
y sigue su camino,
la vida que te envuelve
y te levanta,
el amor que sin hablar
predicas,
y el perdón que sin decir
otorgas.

Déjame ser la flor humilde
que a tus pies, inclinada,
se posa,
y el humo de la llama
que a tu lado encienden.

Déjame, por fin, ser tú,
en un instante
y abrazar en tí,
hoy, mi recuerdo,
ahogar en tus brazos
mis sollozos
para creer que vivo de nuevo.






                                                       Mi barrio



        I         
Cruces de Mayo, la cruz de mi barrio,
llena de colores, de primavera,
bajo un cielo azul y limpio, piel primera,
que cubre en silencio tu sudario.

Cada año, como cuentas de rosario
desgranando la llama de la espera,
cada misterio es rica sementera
que cosecha y esparce el campanario.

Fiesta de flores, luces y alegría,
y en medio tú, mi cruz, mi vieja cruz,
callando con temor hoy los dolores

para que esta noche no haya agonía
y la vieja ilusión cante a la luz
despertando al corazón en amores.

II

Hoy en silencio y con amor te canto,
como si fuera ésta una despedida,
a tu lado, en la noche confundida,
solo tú, mi vieja cruz, oyes mi llanto.

¡Otro día! El sol llama en las paredes,
fuertes y risueñas enredaderas,
mantones y guitarras carceleras,
tras las rejas, almas de viento y redes.

Claveles y faroles encendidos
en las piedras del alma de mi calle,
un barrio y unos años tan queridos

con una mano amiga sobre el talle,
y en mi corazón a fuego esculpidos
un barrio y una cruz donde me halle.

III

Pasado Mayo sobre la pendiente,
te ves muy gris sobre tu blanca piedra,
se fue la fiesta y el farol ardiente
y el abrazo que ayer te dio la hiedra.

Hoy solo queda el recuerdo que siente
aturdido y solo mi corazón,
quebrado en el silencio y sin razón,
enredado en tus andas como serpiente.

Se fueron las centellas y las rosas,
la hermosura, las luces y la fiesta,
los trajes de faralaes y la seda.

Envoltorios de ayer cubren las cosas,
la alegría por hoy echa la siesta;
la pena, sola, en el corazón queda.







 Desesperanza



I
Golpes de puño sobre el mostrador,
llantos de almas que adoran a Baco,
sueños soñados por un soñador,
tristes figuras de alma de saco.
Pequeñas ideas de gran luchador,
envueltas, grabadas en papel flaco,
lento, callado y poco hablador
se halla en la esquina del ábaco.
Rumiando su pena día y noche
descarga su furia en una botella,
piensa en la vida que solo es derroche,
lo que la noche se lleva con ella.
Solo en su soledad cierra sin broche
un libro escrito con su mala estrella.
II
Sacos de agujas marcando su vida,
hora tras hora, aquél reloj traidor,
corta a trozos la vela derretida,
casi apagada por tanto dolor.
Y en la noche vacía de su caída,
y envuelto el cuerpo en frío sudor,
recuerda a solas en su despedida
gratos recuerdos y un dulce sabor.
Caminos desiertos le esperan, sólo
en su agonía trepa la pared
que separa el abismo, el polo
donde no existe el hambre ni la sed.
Batallando de cerca con Eolo,
sufre en silencio y os dice: ¡venced!
III
Largas noches de espera infinitas,
largos días de luchas sin sentido,
sintiendo cantar el alma al oído,
por salas lúgubres y recónditas.
Moles enormes, efigies chiquitas
borran al ojo en sombras sumergido,
las tinieblas sin luna ni vestido
a oscuras y a solas a la luz quitas.
Embriagado de miedo y de tormento
velas de noche y velas de día
sufriendo en silencio larga agonía.
Y un cantar sin copla te confía
la experiencia que te da el sufrimiento
de vivir, sin vida, solo y contento.





Niebla



Tul blanco,
impenetrable,
transparente,
cuanto más te adentras,
más en él te sumerges.
Buscando
en tu densa blancura
busco una silueta,
y solo a mí
me encuentro,
palpando la humedad
en torno a mi cuerpo.





Mis Recuerdos


                                                    


Mis recuerdos galopan desbocados
entre los amasijos de mi mente,
con rabia, con furia o apagados,
en un silencio sordo e insolente.

Me atacan rubicundos, indeseados,
abriendo hoy la herida, aún candente,
y siento que en mi alma están cansados
los ayes que gime y grita mi frente.

Mi corazón, amargado y dolido,
tiene a la soledad de compañera,
intento olvidar lo que no ha olvido,

para calmar el ansia de la espera.
¡Ya es ayer todo lo que he vivido,
pienso si fue verdad o fue quimera!

II

Cuadrigas al viento, carros de combate
zarandeándome sobremanera,
dejándome sus dientes, loba fiera,
clavados en mi alma a debate.

Pregunto a mi silencio ¿Por qué late
aún mi corazón? Ya sin primavera
sin verano, sin otoño ¿A qué espera?
La vida, a veces, es gris, lenta y mate.

Por el tiempo arrastrada y dolida,
como hoja que el viento balancea,
voy andando y desando lo vivido

buscando una entrada, una salida,
en este laberinto que marea
y desgarrando el alma en un gemido.







¡Qué ilusa!





Cae una lágrima de sal
tras los cristales,
grises de lluvia
tristes y húmedos.
Intento tocarla
con mis torpes manos

Una gota de vida
sobre el aire
denso y tupido de la tarde
Intento mojarme con ella
¡Qué ilusa!

Una perla de luz en la noche
sobre el oscuro cielo,
en silencio,
Intento cogerla
¡Qué ilusa!

Rocío fresco en la mañana
sobre mi piel
marchita y seca...
llega a mi alma...
¡Aún hay esperanza!







Sola




Mi cuerpo está
entre estas cuatro paredes,
la cocina, la casa ...
los niños ... él ...
Él es mi mundo
¡Le amo!
¡Le amo Tanto!
¡Y estoy tan sola !
Sola espero en una esquina del tiempo
que llegue, envuelto en efluvios
de alcohol y de humo
y quizás de otra piel
que no se reconocer  .
Sé que no habrá preguntas
ni respuestas en estas horas ...
Sola, escucharé en silencio, 
solo escuchare 
un monólogo sin fondo 
sin forma ...
y le miraré.
Bucearé en su mirada
 buscándole una .. .otra ...
cada vez
Esta ahí, escondido,
bajo esa capa vidriosa
que apaga su luz
 noble y generosa.
Mañana con el Arco Iris 
volveré a creer.
Y habrá preguntas y respuestas
¡Es tan dulce su mirada!
¡Le amo tanto! -me diré-
Huele a magnolias mi sueño
y a sudor fresco mi piel  ...
Y quiere amarme entre sombras,
y me pierdo, y este mundo me duele
porque no entiendo sus actos ,
y me desgarra el alma
esta lucha de sudor y piel...
Y busco mi amor en su mirada
que solo me responde
en otro amanecer.




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