Foto: Miguel R. Rivas
Somos solo pequeños reflejos de un gran
sol, pequeños soles que al atravesar la luz nos miramos unos a otros como los
espejos que reflejan la única
luz que hay. Nos creemos separados porque nos vemos separados, nos miramos y no
nos reconocemos porque miramos nuestra unicidad, no vemos más allá. Nos
dividimos en inconsciente, subconsciente y consciente; el tiempo en pasado,
presente y futuro y no nos damos cuenta de que todo esto es nada porque vivimos
un sueño en el que permanecemos dormidos y ahí nada tiene sentido. Mientras que
no veamos más allá del sueño, de la ilusión de los sentidos, no veremos quien
realmente somos.
Veo el sol que se refleja en el mar y
crea una estela de estrellas luminosas que van y vienen, un camino de luz que
viene de él y va hacia él. En realidad esas estrellas, esas luces son pero solo
son el reflejo de la luz que se descompone en contacto con el agua, con el
aire, con mis sentidos. Nada son sin todo eso. Y siento que si yo soy luz ¿cómo
puedo venir de la luz e ir hacia la luz? ¿Cómo puedo buscar el camino, si yo
soy el camino? ¿Cómo puedo buscar e ir hacia lo que Yo Soy?
Como es arriba es abajo y todo es
semejante. Así nosotros somos luces, unas más separadas, otras más unidas en el
camino que somos, todas brillando con distinta luz, en distinto e igual lugar,
pero solo somos el reflejo de nuestro auténtico ser, que es único para todos.
El mismo. Ahí no hay consciente ni inconsciente, ahí hay solo Ser, único, sin
luz ni sombra. Todo es reflejo donde él se ve. Nada somos sin él y él no es
nada sin nosotros. Ese ser se da a todos por igual, sin condición, porque Él
Es, y lo sabe. Él es todos y todos somos él. Somos nosotros quienes nos creemos
diferentes quienes lo separamos todo para poder entender sin darnos cuenta de
que nada hay separado de nada. No somos lo que creemos, solo somos lo que Somos,
lo que está fuera y lo que está dentro, la luz y la sombra, lo bueno y lo malo,
el yin y el yang, el agua, la tierra, el fuego, el viento…Solo somos el gran
reflejo de nuestro auténtico y único Ser.