La vida no es hoy... ni mañana... ni ayer... Es todo eso, unido en un continuo presente. La vida ES. ¿Todo? ¿Nada? Una forma de saberlo es abrir el corazón para aprender a vivirla.

miércoles, 11 de septiembre de 2019




                                   UN MUNDO DISTINTO

Hay un mundo lleno de mundos donde la dualidad no existe. Donde todo Es con las diferencias de cada uno. Un mundo amoroso y perfecto que es creado y que se crea en cada momento. Donde todo es distinto: el tiempo, el espacio, el movimiento, la comunicación...nada tiene que ver con aquello a lo que estamos acostumbrados a ver y a experimentar. Describirlo sería como querer decir como huelen las rosas.
Cada mundo que lo compone tiene su propia esencia, aunque hay algo en común: la energía. Algo distinto y a la vez igual en cada uno de ellos. Te desplazas de un sitio a otro y sin embargo tienes la sensación de que no es tu cuerpo el que se mueve. La palabra es fluida y parece que tus labios están sellados con una sonrisa. Los edificios son  condensaciones de energía blanca y luminosa que te llevan a otro espacio diferente de aquél en el que te encontrabas.
Son mundos de colores. Tantos, como colores hay en el Universo y me faltan las palabras para describirlos, a no ser que me limite a aquellos que ya conozco y que puedo ponerles nombre. En cada uno de ellos la actividad es distinta, aunque todos se complementan.
Hay un espacio común desde donde puedes acceder a cada uno de ellos, custodiado por el guardián del lugar, por llamarlo de alguna manera. Un lugar diáfano, amplio, de altas y gruesas columnas de un material parecido al marmol blanco con vetas algo más oscuras y grandes vidrieras en la parte más alta por donde todo se llena de luz y de una especie de neblina clara por donde te vas adentrando a cada uno de estos mundos. El suelo parece un tablero de ajedrez y entran ganas de saltar de baldosa en baldosa como si estuviese jugando y yo fuera el peón, el alfil, la torre, el caballo, la reina y el rey.
Me convierto en visitante de estos mundos. En algún momento pensé que sería bonito verlos todos, y aquí estoy. Miro mis pies, que los veo inmensamente grandes, aunque no distingo mis dedos, todos recubiertos de algo blanco, un blanco nacarado, casi transparente, que se desdibuja y sus limites no son concretos. Será porque aún no estoy dentro del todo. ¡Sigue adelante, exploradora! Me digo en silencio. Todos los seres que veo son azules, yo me miro y también me veo de ese color, como si fuese mi piel que ha cambiado o un traje ceñido que se une a mi cuerpo en una simbiosis perfecta. Hay un grupo de niños que juegan a la pelota, algo que me empieza a extrañar porque no la veo por parte alguna y aún así, sé que están jugando con ella. Hacen un circulo perfecto y una bola de energía va pasando de uno a otro. Me acerco a uno de estos niños y sus ojos me llaman muchisimo la atención. Unos ojos inmensamente grandes, claros, donde brilla la inocencia y el amor más auténtico. Unos ojos donde puedes sumergirte y contemplar desde ahí todo el universo. Donde el alma se asoma y se muestra desnuda y clara.
Sigo adentrándome en esta especie de laberinto de luces que brillan sin deslumbrar y que hacen de este  lugar algo mágico. ¡Hay tantas preguntas que quiero hacer! ¡Tanto que aprender! Quizás ellos puedan darme las respuestas que necesito para aclarar circunstancias de mi vida, ahora, en otro lugar donde el tiempo y el espacio existen.
Aquí no me siento fuera de lugar, estoy arropada por todos estos seres y tampoco soy una extraña para ellos. Todos los que venimos nos integramos y nos sentimos uno con ellos. Me acerco a alguien y le pregunto: 
-¿Dónde estoy?, ¿qué lugar es éste?, ¿es lo que llaman cielo? 
Su risa es clara y contagiosa. Debo parecerles muy ignorante, pienso. Me mira y sonrie. Y ahí me doy cuenta de que aquí solo con pensar lo que quieres decir es suficiente. 
La contestación no tardó en aparecer. 
-¿El cielo? No. Este no es el cielo que vosotros creeis que existe. Este no es el cielo que os habeis inventado.
- Y entonces ¿dónde estoy? 
Debería sentirme inquieta ante algo que desconozco y sin embargo estoy muy tranquila. ¿Me he contagiado de la quietud del lugar? Creo que si.
-Este es el mundo donde todo se crea, desde donde puedes observarlo todo. 
Me quedo un tanto absorta ante esa respuesta que viene de no sé donde, pero que escucho con nitidez.
Sigo paseando y descubriendo paisajes inmensamente bellos. Ante mi veo un jardin con una amplio camino y a un lado y otro distintas flores, todas de color azul en todos los tonos imaginables. Me llaman la atención algunas que se parecen a lo que conozco como rosas, azaleas, jazmines... Y me doy cuenta de que solo pensé en ver un jardin lleno de flores. Aquí está con solo pensarlo. Eso no quita el que pueda oler un aroma que traspasa todos los sentidos. Mi mente está vacía de pensamientos. Han dejado de existir y esa sensación me gusta. Solo observo y me observo en este mundo distinto y mágico donde reina la armonía y donde Yo Soy. Sin más.
Veo algunos seres que parecen adultos, más altos y pienso que podría preguntarles a ellos, quizás me den la respuesta que busco. ¿Me han leido el pensamiento? Sin mediar palabra me sonrien y me dicen que no es el momento. Vuelvo y vuelvo a preguntarles como si fuese una niña, pero solo rien y sigo escuchando: 
-Aún no es el momento. Te llegará cuando estés preparada para saberlo. Y ahora es tiempo de volver al espacio y al tiempo en el que habitas.
Todo se desvanece y vuelve esa mente que intenta explicar lo que no se puede y que ante eso, solo piensa: ¡vaya historia que me he montado!
¿Fué verdad?¿Fué un sueño? ¿Fué imaginado?¿Por qué no les pregunté como se llamaban? ¡Qué más da! Me quedo con las sensaciones y los sentimientos acumulados dentro de mí. La inocencia, la paz, el amor y la mágica alegría. Y sobre todo el permitirme Ser.
Gracias, gracias, gracias

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