La vida no es hoy... ni mañana... ni ayer... Es todo eso, unido en un continuo presente. La vida ES. ¿Todo? ¿Nada? Una forma de saberlo es abrir el corazón para aprender a vivirla.

sábado, 1 de marzo de 2014

El Laberinto. Primera parte



¡Creta queda tan lejos y yo me siento tan sola!
Perdida en el Laberinto, solo veo ante mí los bojes que me rodean y lo árboles que son más altos que ellos y que alcanzo con la mirada, pero están mezclados y no me ayudan a distinguir el camino de vuelta a casa. Paseo día a día por estos caminos que mis pies han ido haciendo minuto a minuto, momento a momento y lo observo todo. Ha cesado la rabia y la desesperación de sentirme perdida en esta tierra de nadie. Ha cesado la tristeza de esta soledad y la alegría ante un nuevo rincón descubierto. Solo hay calma, paz, acompañada por el suave trino de los pajarillos que vienen a visitarme y que me permiten acariciar su colorido plumaje, o las mariposas que aletean ante mí y se posan con dulzura sobre mis manos.
A veces, en las esquinas, siento que las musas me susurran bajito al oído. Las conozco a todas por sus nombres, por su perfume o por la melodía con la que me envuelven, como si fueran brisa. La voz de Caliope es dulce y me gusta escucharla al igual que a Clio  cuya voz resuena más profunda. Erato me traspasa con sus bellos poemas, Urania me lleva a conocer otros mundos mientras me muestra las estrellas. Cuando escucho la música en el viento siento que Euterpe está cerca. A veces viene acompañada de Terpsicore y ante su presencia, mi cuerpo se mueve en una danza sencilla y majestuosa. Pero también sé  que  no puedo quedarme a su lado mucho tiempo porque me atraparían como el canto de una sirena y no podría salir de aquí. Aún así me gusta escucharlas, porque alguna vez me dan una pista para avanzar un poquito.

En los días nublados, el recuerdo de todo aquello que fui viene a visitarme: mi familia, mis amistades, mi ciudad... ¡Todo queda tan lejos! Hasta que la lluvia poco a poco me traspasa, limpia mi añoranza y me devuelve al lugar exacto en el que estoy. Ahora son los tenues rayos del sol los que le devuelven el calor perdido a este cuerpo cansado. ¡Todo es perfecto!

1 comentario:

Rove Rivera dijo...

Andar por el laberinto sin miedo lo transforma en paisaje. Y qué bien sabes vivirlo sin quedarte parada porque sabes que vivir es movimiento. Todo es perfecto ¡Mua!