incrustadas tus piedras
y en mis dedos
clavadas tus espinas,
el crepitar de las llamas,
tus leños apilados,
la noche de tus rejas
y tu vida.
Déjame ser el rocío
que besa tus rosas,
el viento que acaricia
tus brazos extendidos,
el aroma que inunda
tu calle en este día,
el tiempo que te saluda
y sigue su camino,
la vida que te envuelve
y te levanta,
el amor que sin hablar
predicas,
y el perdón que sin decir
otorgas.
Déjame ser la flor humilde
que a tus pies, inclinada,
se posa,
y el humo de la llama
que a tu lado encienden.
Déjame, por fin, ser tú,
en un instante
y abrazar en tí,
hoy, mi recuerdo,
ahogar en tus brazos
mis sollozos
para creer que vivo de nuevo.
y en mis dedos
clavadas tus espinas,
el crepitar de las llamas,
tus leños apilados,
la noche de tus rejas
y tu vida.
Déjame ser el rocío
que besa tus rosas,
el viento que acaricia
tus brazos extendidos,
el aroma que inunda
tu calle en este día,
el tiempo que te saluda
y sigue su camino,
la vida que te envuelve
y te levanta,
el amor que sin hablar
predicas,
y el perdón que sin decir
otorgas.
Déjame ser la flor humilde
que a tus pies, inclinada,
se posa,
y el humo de la llama
que a tu lado encienden.
Déjame, por fin, ser tú,
en un instante
y abrazar en tí,
hoy, mi recuerdo,
ahogar en tus brazos
mis sollozos
para creer que vivo de nuevo.
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