Soñabas con agua y con mar,
tú, gaviota de alma blanca,
en un azul de recuerdos y de océanos.
Mezclabas lo divino y lo humano
con un amor de ángeles sin sexo.
Cantabas al espiritu con las flores
melodiosas de tu voz
en una noche sin tiempo.
Y hoy, querubín de palabras,
recitarás tus poemas
a San Pablo y a San Pedro
que no tocarán a dos manos
arpas para arrancarle lamentos.
Tu sentimiento y tu voz
llenarán para siempre
el silencio, los silencios.
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