Unas manos de otro mundo
cubren mi cuerpo
lánguido, perdido
en la eterna calma
de un tiempo
que no me pertenece.
Acarician suave
firmemente
las zonas donde el dolor
traspasa y se aposenta
y untan bálsamos de Amor
que curan mis heridas
bajo una piel
cuarteada y seca.
El viento sopla con suavidad infinita
y hace arder archivos
de una memoria
gastada y envejecida,
recuerdos del ayer
que ya no sirven
en este hoy eterno
de piel desnuda y limpia
de deseos, trás las dunas
que van y vienen
en un paisaje sin retorno
ni principio
de sueños,
de unos mundos irreales
de los que nadie es dueño.
Y la luz se filtra
por abismos de colores
cerrando puertas
que ya no están
trás las rejas azul-violeta
del olvido
cubren mi cuerpo
lánguido, perdido
en la eterna calma
de un tiempo
que no me pertenece.
Acarician suave
firmemente
las zonas donde el dolor
traspasa y se aposenta
y untan bálsamos de Amor
que curan mis heridas
bajo una piel
cuarteada y seca.
El viento sopla con suavidad infinita
y hace arder archivos
de una memoria
gastada y envejecida,
recuerdos del ayer
que ya no sirven
en este hoy eterno
de piel desnuda y limpia
de deseos, trás las dunas
que van y vienen
en un paisaje sin retorno
ni principio
de sueños,
de unos mundos irreales
de los que nadie es dueño.
Y la luz se filtra
por abismos de colores
cerrando puertas
que ya no están
trás las rejas azul-violeta
del olvido
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