Miran tus ojos
la pantalla de la vida
y creemos
que eres mero espectador.
Y temo tocar tu piel
y que se abra en herida,
besar tu cara
y que se vuelva en flor,
volver tu cuerpo
de frágil mariposa
¡crisálida apenas nacida!
Mientras,
tú nos miras desde tu aposento,
sientes nuestras caricias
y nos conoces la voz,
sin poder responder a nada,
ni a caricias, ni a palabras
viviendo
con la agonía del silencio
como sólo,
como único observador.
la pantalla de la vida
y creemos
que eres mero espectador.
Y temo tocar tu piel
y que se abra en herida,
besar tu cara
y que se vuelva en flor,
volver tu cuerpo
de frágil mariposa
¡crisálida apenas nacida!
Mientras,
tú nos miras desde tu aposento,
sientes nuestras caricias
y nos conoces la voz,
sin poder responder a nada,
ni a caricias, ni a palabras
viviendo
con la agonía del silencio
como sólo,
como único observador.
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