María se sentó sobre la hierba
el aire humedecía cuanto tocaba
y el sol languidecía
rojo, muy rojo
tras las montañas.
El azul, siempre el azul
en su mirada.
Sus ojos somnolientos
buscaban en la orilla
otra barca.
La tarde bostezaba entre sus manos
casi de suspiros encharcadas,
la sombra de una piel
como la suya
huía tras la negrura
densa y grave de la playa,
allí donde el mar se pierde
y el horizonte se escapa.
Y en el azul, siempre el azul
de su mirada
sus ojos seguían buscando
otra orilla
tras la barca.
el aire humedecía cuanto tocaba
y el sol languidecía
rojo, muy rojo
tras las montañas.
El azul, siempre el azul
en su mirada.
Sus ojos somnolientos
buscaban en la orilla
otra barca.
La tarde bostezaba entre sus manos
casi de suspiros encharcadas,
la sombra de una piel
como la suya
huía tras la negrura
densa y grave de la playa,
allí donde el mar se pierde
y el horizonte se escapa.
Y en el azul, siempre el azul
de su mirada
sus ojos seguían buscando
otra orilla
tras la barca.
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